José Vicente tiene 4 años y medio de lucha sobre sus espaldas: tras una amputación producto de complicaciones por diabetes, estrés y una herida mal curada, depende de una prótesis para poder caminar y sostener su vida diaria. Pero hoy esa prótesis está destruida, le produce dolor y riesgo, y lleva casi ocho meses esperando que PAMI y la ortopedia encargada le den una solución.
“Estoy atravesando un abandono, porque lo mío es necesidad y urgencia”, resumió en diálogo con BVC Noticias.
Un liner roto que hace imposible caminar
El problema central es el liner —la pieza que conecta la prótesis con el muñón—, totalmente deteriorado y sin capacidad de ajuste. José describe caminar con él como “pisar arena o agua sin saber dónde apoyo”.
“El acrílico de la prótesis me lastima. Se me generan ampollas, se me lastima la piel, me duele la rodilla. Con estos calores es un suplicio”, contó.
La situación se agravó al punto de que, en ocasiones, al intentar subir a su camioneta adaptada, la prótesis queda colgando porque el aire acumulado dentro del liner roto provoca que se desprenda.
Un expediente que avanza a paso burocrático
José inició su pedido en marzo. En agosto, PAMI licitó la reparación en una ortopedia de Buenos Aires. Desde entonces, no recibió ninguna visita ni comunicación efectiva del prestador.
“La ortopedia se toma sus tiempos. Dicen que juntan pacientes para venir. Y acá en PAMI no me dan respuestas. Cada semana vengo, hago reclamos… y sigo igual.”
La situación, afirma, es incomprensible teniendo en cuenta que existen prestadores locales en Bahía Blanca que podrían resolverlo en pocos días.
“Si me pasa algo, acá lo pueden reparar. Pero mandan todo a Buenos Aires y pierdo meses. Es una burla.”
Vivir con una discapacidad entre trabas y falta de empatía
Además del problema con su prótesis, José relata dificultades cotidianas vinculadas a la falta de accesibilidad y empatía en reparticiones públicas.
“Hay una ordenanza de prioridad para personas con discapacidad, pero nadie la respeta. Ni comercios, ni la propia municipalidad. Cada vez tengo que explicar que soy discapacitado y mostrar el carnet, medio roto, para que me atiendan.”
“No puedo esperar más”
El viernes mantuvo una reunión con el director de PAMI local y le pidieron “una semana más”. Pero José ya no puede sostener la espera.
“¿Qué tengo que hacer? ¿Volver a vendarme el muñón y andar con muletas? La pierna gira en el aire, la prótesis se sale, me lastima. Yo quiero una respuesta ya.”
Mientras tanto, sigue moviéndose como puede: con su camioneta adaptada por amigos y, cuando no la tiene, en colectivo, pese al dolor y el riesgo de desprendimiento.
“Cada día así es un día más de sufrimiento”
“Hay una telita del liner que si se rompe, ya no puedo encastrar la prótesis. Y ahí sí que no camino más. ¿Qué pasa si eso sucede mañana? No puedo seguir esperando la burocracia.”
José reconoce que el director local de PAMI intenta acelerar el trámite, pero depende de decisiones que se toman desde Buenos Aires.
“Entiendo que no es fácil, pero yo no tengo tiempo. Es mi movilidad, mi vida.”



