Durante la Guerra de Malvinas, el Hospital Naval de Puerto Belgrano se convirtió en uno de los principales centros de recepción, asistencia y contención de soldados heridos y sobrevivientes provenientes del Atlántico Sur. En ese escenario, la labor de las enfermeras fue determinante y profundamente recordada por quienes pasaron por sus manos.
Su tarea combinó profesionalismo y contención emocional. No solo brindaron atención clínica especializada sino que acompañaron a los soldados jóvenes en momentos de shock y angustia, muchas veces convirtiéndose en su primer contacto afectivo tras abandonar el frente de batalla.
Los testimonios de veteranos coinciden en destacar la calidez, la dedicación y el compromiso del personal de enfermería, que trabajó bajo presión constante, con turnos extendidos y frente a situaciones para las que ninguna preparación previa podía ser suficiente.
A más de cuatro décadas, la labor de las enfermeras del Hospital Naval de Puerto Belgrano permanece como uno de los gestos humanitarios más significativos de la posguerra inmediata, un capítulo esencial en la memoria del conflicto y en la historia sanitaria de la región.



