“Ser abogada era mi sueño desde 5º grado, estallaba ante las injusticias”, cuenta Marisa “Maru” Rodríguez, en medio de los nervios por rendir su anteúltima materia, este mes.
“Maru” tiene 59 años, hace 30 que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA). En 2020 volvió a inscribirse en Derecho. No era la primera vez pero sí sería la que le daría el título. Pudo hacerlo a través de un programa especial, que con certificaciones médicas la exceptuaba de clases presenciales, por sus grandes dificultades para respirar y desplazarse.
“Empecé la carrera varias veces, por eso sé lo que es intentar y no poder cumplir. Siento que no dejé que la enfermedad impidiera cumplir mi sueño.
“Todo es positivo de estudiar en la UNS, siento tiene puesta la camiseta de la inclusión y no solo en teoría. El plantel docente adaptó mi evaluación, en muchas materias pedí ser oyente por zoom, me brindaron fluida comunicación. Mi tutora Mercedes Pipo es un eslabón fundamental, más allá de lo académico. Y los grupos de whastapp de alumnos son de mutua ayuda”, cuenta.
“Maru” nació en Tres Arroyos y vive en Bahía Blanca desde pequeña. Tiene tres hijos y una nieta (Olivia, de cinco años).
“Mis hijos aprendieron a convivir con una mamá con capacidades diferentes. Es una enfermedad muy invasiva pero hay cosas que no le voy a permitir. Las enfermedades tienen que servir para darte una oportunidad de resiliencia”, cuenta Maru, quien ya terminó de cursar y le restan los finales de Derecho de las familias y sucesiones y Derecho del trabajo y la Seguridad social.
“Maru” no lo cuenta, pero el cursado no le resulta fácil. Le cuesta hablar, respirar, escribe a través del mousse. Cuenta con acompañante terapéutica permanente y cada día tiene diferentes dificultades.
“A los que están dudando de seguir estudiando, les digo que hay que ponerse un objetivo, con constancia y voluntad se llega”, asevera.
En 2025, que ya no cursa, realizó capacitaciones. Y este mes, empezó a dar clases virtuales en el “Programa de Educación en Contextos de Encierro”, para internos de cárceles bonaerenses.
“Tenía miedo que mi garganta no me respondiera, pero fue muy lindo. Creo que querer es poder”, contó.
Además, integra el Observatorio de los Derechos de las personas con discapacidad, del Concejo Deliberante, “para oír otras experiencias y luchar contra las barreras”.
“Espero ansiosa los últimos finales y la colación; mi idea es dedicarme al derecho administrativo”.
El secretario académico de Derecho, magíster Sebastián Arruiz, contó que “Marisa se encuentra en el tramo final de la carrera, luego de un gran esfuerzo realizado durante muchos años que evidencia su notable fuerza de voluntad y dedicación.
“Ingresó a la carrera en el año 2002, pero tuvo que suspender sus estudios durante varios años porque su estado de salud se agravó. En el año 2020, tuvo un aislamiento obligatorio estricto por indicación médica que se prolongó mucho más allá del que fue dispuesto en forma genérica. Igualmente, retomó la carrera y comenzó a cursar y rendir las asignaturas en forma virtual, con el acompañamiento del equipo de tutorías del Departamento de Derecho y del personal de la Biblioteca, que colaboró para facilitarle el acceso al material de estudio.
“A partir de entonces, continuó hasta al día de hoy el cursado de la carrera en forma remota y adecuando cada materia a exámenes, clases híbridas, consultas virtuales”, dijo.