El empresario gastronómico Adrián Lliteras describió con crudeza la difícil situación que atraviesa el sector en Bahía Blanca. Aunque en su caso personal reconoce contar con locales que aún funcionan bien, el impacto de la crisis no le es ajeno: “Comparado con otros años, la facturación cayó un 20 o 30%. Y eso que hablamos de negocios que trabajan bien”, aseguró.
La caída del consumo, especialmente en el horario nocturno, es una de las principales preocupaciones. “Durante el día puede pasar más desapercibido, porque la gente entra, toma un café, algo rápido. Pero a la noche, cuando hay que decidir si salir a cenar o no, se siente. La gente tiene que hacer cuentas y salir a comer se volvió muy caro”, explicó Lliteras.
Consultado sobre los precios, admitió que hay errores de parte de algunos comerciantes, pero también subrayó que los costos fijos no dejan mucho margen: “Te suben los alquileres, hay que aumentar sueldos, y aunque digan que no hay inflación, todo aumenta. Es muy difícil sostener el equilibrio”.
“No alcanza con trabajar solo el fin de semana”
Lliteras puso el foco en una problemática habitual pero poco discutida: la necesidad de mantener ingresos constantes a lo largo de toda la semana. “Muchos dicen que ven los lugares llenos el fin de semana, pero los comercios necesitamos trabajar también un lunes, un martes, un miércoles. Esos días bajaron muchísimo, y ahí está el problema”, remarcó.
Con ejemplos concretos, graficó el desfasaje entre ingresos y gastos que enfrentan muchas familias: “Una salida para cuatro personas puede costar $100.000. Si alguien gana un millón al mes, está gastando el 10% en una sola comida. Es una locura”.
Deuda, ruedita y caída: el camino silencioso hacia el cierre
El empresario fue claro al señalar que el cierre de negocios no se da de forma inmediata, pero sí progresiva. “Primero le buscás la vuelta, después empezás a deberle al proveedor, después al del alquiler… hacés una ruedita. En algún momento, si no repuntás, caés en una financiera. Es lo que está pasando”, afirmó.
Según Lliteras, esta situación ya se refleja en Bahía Blanca. “Todavía no se ve un cierre masivo, pero hay muchos negocios en venta, que no lo publicitan porque están mal. Y hay que sumarle que en Bahía tuvimos golpes particulares que agravaron más la situación que en otros puntos del país”.
Con tono realista, el empresario cerró con una frase que resume el momento:
“Los que estaban bien, se están ajustando; los que estaban en la línea, hoy están en problemas”.