Mariana Calahorra, Médica Obstetra del Hospital Penna, fue una de las que rescató a los bebés de Neo y contó cómo vivió la situación, “Una sonrisa o alivio al menos, por suerte se pudo hacer todo rápido, nos organizamos bien, éramos muchas personas, los que terminaban el turno a las 6 se quedaron y los que ingresaban vinieron todos. Éramos 12 mujeres para rescatar 14 bebés, muchos estaban con su mamá y eso nos alivió, nos organizamos había cinco para llevar a la sala de pediatría que estaban con bombas de infusión y con oxígeno, arrastramos lo que pudimos con el agua y a oscuras, con seguridad del hospital hasta la escalera y después a upa de su mamá haciendo contacto piel a piel para no perder la temperatura, el resto quedó en la residencia de madres que está un piso arriba de neo, por lo que quedamos separados, yo me quedé en pediatría con los cinco que fueron trasladados a OSECAC, mi compañera Sonia y el resto de compañeras se quedaron en la residencia de madres”.
También afirmó el gran trabajo que realizaron como equipo, “No sé de dónde se saca la fuerza pero se saca, nosotros trabajamos con el límite de la vida que son bebés recién nacidos enfermos, prematuros, críticos y es como que eso te prepara, la prioridad nuestra siempre fueron los bebés, antes de la inundación y después, estoy segura que cualquiera de mis compañeros hubiera hecho lo mismo, afortunadamente éramos muchos y estaban las mamás, sino hubiera sido complicado, sigo viendo el lado positivo, se trabaja, se prioriza y se piensa en lo que hay que hacer”.
La tristeza por ver cómo quedó todo también la afectó, “Te duele ver que todo flote y no lo podes entender, los cajones, las heladeras, ver las imágenes de nuestros compañeros que fueron a limpiar, todo el mundo está limpiando el subsuelo. Yo fui ayer con la grúa a buscar mi auto, todavía no sé qué quedó de él y vi como sacaban el agua del subsuelo, la sala es nueva, tenemos respiradores de última generación al igual que las incubadoras, duele mucho ver esto así”.
“Si bien estamos preparados para trabajar en este límite de la vida, y siempre con niños enfermos, hace que en este caso y en la mayoría que uno ve que están los bebés bien con la mamá y la sonrisa de la mamá es el precio que no se puede pagar, tengo en mi teléfono la sonrisa de la mamá de Mael, un bebé de 1,600kg, el bebé no se ve y a ella se la ve posando con una sonrisa única, se subió a una camioneta, a la ambulancia y a un camión del Ejército y cuando llegamos seguía con esa sonrisa que para mí es impagable”, sentenció Mariana.