Aldana, de 10 años; Alma, de 13 y Amaia, de 14; tuvieron una Navidad diferente. Por vez primera pueden ver bien y armar los adornos del arbolito. Desde que nacieron tienen una miopía muy elevada y por la dificultad de diagnóstico y problemas económicos, nunca habían usado lentes.
Recientemente un grupo de estudiantes y docentes de la carrera de Óptica y Contactología de la UNS visitó su escuela. Allí detectó, junto a las docentes, seis casos de graves dificultades en la visión, entre ellos el de las hermanas. Midieron su agudeza visual, enviaron a hacer en ópticas los cristales necesarios (abonados con los fondos del proyecto) los calibraron y eligieron los marcos más lindos entre los más de 700 armazones donados por la comunidad en las campañas solidarias de 2024.
En diciembre, Aldana, Alma y Amaia estrenaron por vez primera sus anteojos. Y esta Navidad pudieron ayudar a armar los adornos del arbolito en la iglesia. Meses antes, habían recibido los suyos Demián, Luján y Milagros.
“Veo mucho mejor, se siente raro, la verdad, pero creo que es el principio de empezar a ver mejor. Me gustaron mucho los anteojos y quiero agradecerles con todo mi corazón”, dijo Alma, cuando recibió el par de anteojos.
Ella es una de los seis chicos de la Escuela Especial Nº 507 de Ciegos y Disminuidos Visuales, que requerían de antojos con alta graduación y tratamientos especiales y este año se sumaron como beneficiarios del Proyecto de Extensión de la UNS “Ayudemos a ver mejor”, de la carrera de Licenciatura en Óptica y Contactología del Departamento de Física y de la Secretaría General de Cultura y Extensión.
“Las tres tienen una miopía elevada que supera las 16 dioptrías. Además, padecen sensibilidad a la luz (fotofobia) y queratitis recurrentes (inflamación de la córnea). En la escuela, se sientan al frente y toman fotos de la pizarra para luego ampliar las imágenes y copiarlas. A las hermanas se les realizaron anteojos con tratamientos especiales para que puedan ver con nitidez, incluyendo cristales delgados a pesar de su graduación y con antirreflejo para disminuir la fotofobia”, explicó la profesora Doris Rivadeniera, a cargo de la propuesta.
El proyecto funciona desde hace tres años entregando lentes a pacientes del Hospital Interzonal “Doctor José Penna”. En 2024 se incorporó a la EEE Nº 507.
“La iniciativa ha tenido un impacto muy positivo en la escuela. Los alumnos que han integrado al programa han dado un cambio de 180 grados. Algunos no podían ver el pizarrón aunque los sentáramos adelante”, dijo Pamela Martínez, integrante de la comunidad educativa de la Escuela, la única de la ciudad que atiende esta problemática.
“Los beneficiados son alumnos sin obra social o con obra social sin cobertura, porque los cristales que necesitan, por su discapacidad visual, no son los comunes y tienen un costo importante e inaccesible para las familias”.
“Ahora mejoraron su visión de cerca, de lejos y su vida en general. Nosotros como institución estamos muy agradecidos, porque sabemos el esfuerzo d las familias y de los chicos que utilizan el remanente de sus ojos para poder hacer las actividades” agregó Martínez.
“Ojalá se pueda mantener esta propuesta, porque cada vez son más los chicos que recibimos y también más las dificultades con las obras sociales para poder tener los lentes adecuados”, acotó.
A su vez, los extensionistas también hicieron entrega de material de apoyo para las evaluaciones que hacen las docentes, que son rehabilitadoras visuales. “Este material las ayuda a identificar alumnos con disminución visual que requieran adaptaciones que les permitan cursar sus estudios. Es material adaptado para baja visión. También se entregaron macrotipos, ayudas no ópticas que se utilizan en la etapa inicial del aprendizaje de los niños. El material fue realizado por no docentes con equipos propios del departamento de física”, indicó Rivadeneira.
En total, este año entre el convenio con el nosocomio provincial, la EEE Nº 507 y el Centro Luis Braille se atendieron 58 pacientes y se entregaron 90 anteojos; de estos, 65 eran cristales de stock y 25 eran de laboratorio (alta graduación y tratamientos especiales). Treinta y seis pacientes solo requerían un par de anteojos (ya sea para lejos o cerca), mientras que 28 necesitaron dos pares: uno para lejos y otro para cerca. Seis fueron niños. Los marcos fueron los donados por la comunidad bahiense y de la zona en una camapaña solidaria.
“El proyecto ha demostrado ser de gran ayuda para mejorar la calidad de vida de los pacientes atendidos; también ha tenido un impacto positivo en los miembros del equipo, especialmente en los alumnos, ya que les permite tener contacto directo con los pacientes y participar en el proceso de calibrado y reparación de anteojos. Y no hubiera sido posible sin todas las manos que nos ayudan”, sostuvo Rivadeneira.
A veces, Papa Noel se disfraza de universitarios solidarios que llevan en su bolso anteojos hechos con cristales nuevos, marcos donados y esperanza.