Se había generado expectativa en el mundo sindical ante la posible adhesión de la UTA (colectiveros) al paro de transporte anunciado para el próximo 30 de octubre. Sin embargo, la conducción del gremio, que encabeza Roberto Fernández, anunció que no participará de la medida de acción directa. El sindicato dijo, a modo de justificativo, que todavía tienen abierta una negociación paritaria que, como pasa en la mayoría de los sindicatos, no logra alcanzar un acuerdo que les permita a los trabajadores contar con un salario digno.
Una vez que la Mesa Nacional del Transporte, que integran una serie de gremios relacionados a esta actividad, anunció el paro para el 30 de octubre, Fernández hizo saber que su sindicato no compartía esa iniciativa. Se lo dijo, a través de un emisario, a los dirigentes sindicales que integran la Mesa.
La otra pista que daba cuenta de las intenciones de Fernández fue la decisión de largar una medida de fuerza pocos días después que se anunció el paro del 30. La huelga de colectivos se suspendió porque la Secretaría de Trabajo convocó a una conciliación obligatoria cuyos plazos de funcionamiento superan el 30 de octubre. “Estaba más cantado que Despacito que el Narigón (Fernández) no iba a acatar la decisión de lanzar un paro”, repiten en la Mesa Nacional del Transporte.
Y es que más allá del argumento esgrimido por Fernández, la cuestión salarial, lo cierto es que la UTA se niega a buscar una solución colectiva a un problema común que tienen todos los integrantes de la Mesa: la negativa de la patronal, estatal o privada, a otorgar aumentos salariales.
(Página12)