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Bahía Blanca es el escenario del tercer encuentro de Comunidades Costeras, un evento que reunió a 60 representantes de 20 territorios con el objetivo de reforzar su lucha contra las petroleras offshore y el extractivismo en la costa argentina. La consigna que los unifica es clara: “Mar sin petróleo”.
Este movimiento comenzó en Bahía Blanca, inspirado por la resistencia de los compañeros de Mar del Plata. Los activistas destacan la urgencia de frenar la expansión de las petroleras y petroquímicas, enfatizando que la contaminación ha devastado la pesca local y afectado severamente la calidad del agua, incluso en instalaciones históricas como la pileta del Club Comercial de Ingeniero White.
Los encuentros anteriores se celebraron en Mar del Plata y Las Grutas, mostrando un crecimiento en la organización y participación de las comunidades afectadas. En Bahía Blanca, los asistentes subrayaron que la lucha no es solo local, sino que abarca toda la costa y más allá. “Somos un mismo mar”, afirman, destacando la unidad en la diversidad de los territorios representados.
La denuncia también se extiende al fracking, con testimonios desgarradores sobre su impacto en Río Negro y Neuquén. La representante Ailén Tapia, del territorio leufuche de General Conesa, describió cómo las economías regionales han sido devastadas y las comunidades originales desplazadas por proyectos como Vaca Muerta Sur. Este proyecto incluye la construcción de un oleoducto de 600 kilómetros y un puerto petrolero en el Golfo San Matías, una zona sagrada y aún no contaminada.
La crítica hacia el Estado es contundente. Los activistas acusan a los gobiernos de ignorar las consultas previas, libres e informadas que exige el acuerdo 169 de la OIT y de avanzar con proyectos extractivistas sin considerar la oposición de las comunidades. También señalaron la falta de respuesta a los pedidos de investigación sobre los derrames petroleros en Bahía Blanca y la complicidad de diversos actores políticos en la expansión de la industria extractiva.
El encuentro en Bahía Blanca también fue una oportunidad para fortalecer los lazos entre las comunidades y buscar respuestas colectivas y solidarias a la avanzada extractivista. “Creemos muy necesario en estos tiempos encontrarnos, reunirnos, seguir tejiendo redes”, afirmó uno de los participantes. La organización, que comenzó en 2021, se ha expandido para incluir a comunidades de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, demostrando una creciente solidaridad y resistencia frente a un enemigo común.
Finalmente, los activistas reiteraron su compromiso de defender sus territorios y formas de vida. Subrayaron la necesidad de estrategias cada vez más efectivas para combatir las corporaciones transnacionales y la matriz energética que describen como “codiciosa y asesina”. En palabras de Ailén Tapia, el encuentro no solo fue una manifestación de resistencia, sino también un llamado al fortalecimiento espiritual y a la lucha por un territorio sano y libre para todos.