“Nosotros tenemos que comprarle el aceite de soja en dólares a Cargill o Dreyfus, que están radicadas en Argentina pero son transnacionales, y nos compran nuestro biodiesel en pesos y encima capaz que te lo pagan a 40 días.” Así define Juan Gualberto la encrucijada que vive el sector del biodiesel en la provincia de Buenos Aires. Gualbrto es uno de los titulares de Agro MYG, dueña de la fábrica de biocombustible en Saladillo. Es una de las once pymes productoras de biodiesel en la Provincia que transforman el aceite vegetal en combustible y esperan una respuesta del gobierno nacional para poder tener una mayor previsibilidad en su industria. A la vez hay un proyecto de ley en la Legislatura bonaerense que busca promover el desarrollo de los biocombustibles en la Provincia y que tiene un amplio consenso de las distintas fuerzas políticas.
“Tenés que firmar un contrato con estas empresas a por lo menos a tres meses, y no sabes si el precio en dólares que te ponen va a estar por arriba o por debajo del precio internacional”, condena Gualberto. “Te venden al precio que quieren”, lanza. Desde su perspectiva, hay un abuso de la posición dominante de las aceiteras, que son las únicas que garantizan “stock y calidad”, lo que obliga a comprarles sólo a ellas.
El aceite de soja es commodity, por lo que su precio lo regula el mercado internacional. Y en dólares. Según cuenta el productor de Saladillo, más del 80 por ciento de su costo para producir biodiesel proviene del aceite. Parte de su disgusto, enfatiza también, está en que el precio para la venta de la tonelada de biodiesel lo regula el Gobierno Nacional a través de la Secretaria de Energía, bajo la Ley 27.640. El precio de venta, por lo tanto, se establece en pesos. “Compramos en dólares para vender en pesos, y con el mercado de cambios como está es imposible subsistir”, afirma.
Según la Cámara de Empresas Pymes Regionales Elaboradoras de Biocombustibles (CEPREB), 11 de las 28 plantas de fabricación de biodiesel para consumo interno del país están instaladas en la provincia de Buenos Aires. Su presidente, Federico Martelli, cuenta a este medio, que es una industria con un “potencial crecimiento”.
Un informe elaborado por CEPREB acusa que las aceiteras como Cargill, Bunge, Vicentín y Molinos comercializan el aceite de soja, principal insumo para la elaboración del biodiesel, “a un precio artificialmente alto”. “Exportan a precio internacional menos las retenciones y a las Pymes nacionales les venden con un sobrecargo de hasta el 30 por ciento”, afirman. Martelli señala que no hay una explicación sobre esta metodología y lo atribuye a que “abusan de la posición dominante”.
Pilar, Ramallo, Saladillo, Junín, Malvinas Argentinas, Daireaux y Bahía Blanca, son los municipios donde se encuentran emplazadas las 11 plantas bonaerenses que elaboran biodiesel. En la provincia, cuenta Martelli, no se elabora bioetanol, sólo biodiesel. Estas pymes brindan trabajo a alrededor de 500 personas, según datos de la Cámara. En los últimos informes de la entidad, se contabilizó una producción de 49.250 toneladas de biodiesel durante el primer trimestre del año en la provincia de Buenos Aires. “Cada litro de biodiesel que se produce acá es un menos que se importa de diésel”, afirma Martelli.
En este escenario, desde CEPREB dicen que el proyecto del senador Andrés De Leo es “bienvenido”. “El crédito que plantea y las facilidades fiscales son importantes, porque la condición de la cotización en dólares del aceite de soja hace que el precio del biocombustible esté atado a su variación”, señala Martelli. “Lo que necesita el sector es previsibilidad”.
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