Patricia Martín tiene 32 años y ya era enfermera. Estudió viajando “a dedo”. Espera poder ejercer muy pronto en Darregueira, donde vive actualmente.
El papá de Patricia tenía graves problemas de salud y escasa movilidad. Una mañana de 2016 escuchó en la radio la apertura de la carrera de Medicina de la UNS y la UPSO, con cursado en Pigüé y Suárez. Una modalidad nueva, que permitía que alumnos de la zona estudien en sus pueblos o sedes cercanas, sin que deban mudarse a Bahía Blanca. Instó a su hija Patricia a anotarse.
Ella ya era enfermera, pero por razones de salud de su círculo familiar, no había podido ejercer.
A Patricia le pareció que ya era tarde para empezar Medicina (tenía 26 años) a pesar de que era su sueño, pero se animó. No fue fácil: todos los días, durante los primeros tres años, hizo dedo para llegar de Darregueira a los hospitales comunales de Pigüé y Coronel Suárez. Más de 200 km, todas las tardes, para cumplir con la promesa hecha a su papá, quien falleció antes del primer cuatrimestre.
“Soy una agradecida por todo. Los que me trasladaron en su auto son parte de mi logro… Por eso siempre digo, que cuando se quiere se puede. Yo pude”, resume Patricia Martín, una de los ocho primeros graduados de esta cohorte.
“No podía mantenerme en otra ciudad para cursar, así que esta iniciativa, que no fue fácil, porque era la primera vez que se hacía, me permitió tener mi título. Si no fuera por esta oportunidad, yo no sería médica”, resumió Patricia.
“Con 32 años, soy la graduada más grande, todos tienen 24 o 25 años, pero lo logré. Pienso que por algo no fue antes”, indicó, luego de rendir el examen final, en el Departamento de Ciencias de la salud de la UNS, en el complejo de Palihue, el sábado pasado.
Durante los seis años de cursada, sobrevino la pandemia. “Por un lado, estábamos preocupados, porque era el cuarto año de la carrera y tuvimos todas clases por zoom. Pero justo nació mi hija, así que pude disfrutarla, amamantarla, verla crecer.
Patricia está agradecida a las instituciones: “Recibí becas, sino no hubiera podido hacerlo. No tengo más que palabras de agradecimiento para mis compañeros, docentes, autoridades. No podría haberlo hecho sola”.
Ahora, su idea es rendir la residencia, a mitad de año y luego, ejercer en el pueblo en el que vive, en el que en los últimos cuatro médicos se jubilaron. “No pienso más que en eso”, agregó.